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Por el
contrario, SI resulta correcto identificar a estos 144.000 con israelitas
descendientes del Israel físico por cuanto:
a) así lo establece la Escritura sin dar pie a
ningún tipo de espiritualización: “144.000 sellados de todas las tribus de
Israel” (v. 4), “de la tribu de Judá” (v.5); “de la tribu de Rubén” (v.5),
etc.
b) vimos que el tipo de sello utilizado y la
función que cumple el mismo tiene relación directa con el Israel del antiguo
testamento (Ex. 12:12-13 y Ez. 9:4-6);
c) estos 144.000 son el comienzo del cumplimiento
de las profecías tocantes al retorno de un remanente de Israel a Dios y su
aceptación del Mesías. Es por ello que estos 144.000 son llamados las
“primicias” (Apo. 14:4)
d) se diferencian claramente del grupo de la
multitud de Apo 7:9 y de la iglesia mencionada a lo largo de Apo 2 y 3.
El error de interpretación no solamente ha sido por parte de los que
espiritualizan el pasaje, sino también por parte de otros que sin
espiritualizarlos afirman identificarse con este grupo de 144.000. Tal ha
sido el caso de los sabatistas y los TJ.
Hasta ahora, en conclusión tenemos entonces que son literalmente 144.000 y
que son descendientes del Israel físico.
Resulta interesante notar que en el listado de tribus no
aparece mencionada ni la tribu de Dan ni la de Efraín. Esto es
consecuente con lo establecido en Deuteronomio 29:18-21
"No sea que haya entre vosotros varón o mujer, o familia o tribu, cuyo
corazón se aparte hoy de Jehová nuestro Dios, para ir a servir a los dioses
de esas naciones; no sea que haya en medio de vosotros raíz que produzca
hiel y ajenjo, y suceda que al oír las palabras de esta maldición, él se
bendiga en su corazón, diciendo: Tendré paz, aunque ande en la dureza de mi
corazón, a fin de que con la embriaguez quite la sed. No querrá Jehová
perdonarlo, sino que entonces humeará la ira de Jehová y su celo sobre el
tal hombre, y se asentará sobre él toda maldición escrita en este libro, y
Jehová borrará su nombre de debajo del cielo; y lo apartará Jehová de todas
las tribus de Israel para mal, conforme a todas las maldiciones del pacto
escrito en este libro de la ley."
Precisamente, las Escrituras registran que estas dos tribus (Dan y Efraín)
pecaron fuertemente en lo que a idolatría refiere y es altamente probable
que esa sea la razón por la cual no fueron incluidas en el listado de
tribus. Podemos leer tocante al pecado de idolatría de estas dos tribus en 1
Reyes 12:26-30 "Entonces reedificó Jeroboam a Siquem en
el monte de Efraín, y habitó en ella; y saliendo de allí, reedificó a
Penuel. Y dijo Jeroboam en su corazón: Ahora se volverá el reino a la casa
de David, si este pueblo subiere a ofrecer sacrificios en la casa de Jehová
en Jerusalén; porque el corazón de este pueblo se volverá a su señor Roboam
rey de Judá, y me matarán a mí, y se volverán a Roboam rey de Judá. Y
habiendo tenido consejo, hizo el rey dos becerros de oro, y dijo al pueblo:
Bastante habéis subido a Jerusalén; he aquí tus dioses, oh Israel, los
cuales te hicieron subir de la tierra de Egipto. Y puso uno en Bet-el, y el
otro en Dan (la ciudad de Dan estaba en la tribu de Dan
y la de Bet El en la de Efraín) Y esto fue causa de pecado; porque el
pueblo iba a adorar delante de uno hasta Dan." Ver también Oseas 4:17
donde dice “Efraín es dado a ídolos; déjalo” y
Josué 18:30-31.
Esto último constituye un argumento adicional a favor de la interpretación
de que los 144.000 son efectivamente descendientes del Israel físico y de
que es un error cualquier intento de identificarlos con la iglesia. Nótese
que la razón por la cual son excluidas las dos tribus es una razón
relacionada con el Israel físico del Antiguo Testamento. Mal podría
aplicarse o imputarse a la iglesia la idolatría del Israel del AT. No queda
opción... el pasaje efectivamente refiere a Israel.
En el próximo post –Dios mediante- avanzaremos sobre la profecía de la
multitud de vestiduras blancas que aparece en Apocalipsis 7:9-17.
Apocalipsis 7:9 "Después de esto miré, y he aquí
una gran multitud, la cual nadie podía contar, de todas naciones y tribus y
pueblos y lenguas, que estaban delante del trono y en la presencia del
Cordero, vestidos de ropas blancas, y con palmas en las manos"
Entremos ahora a considerar el segundo grupo mencionado por Apocalipsis 7,
es decir, la multitud vestida de blanco. La identificación de esta multitud
es un dato que surge del análisis de los versículos posteriores. Por lo
pronto, limitémonos a analizar lo que surge de este versículo 9 y dejemos el
resto para cuando avancemos en los versos que siguen.
Lo más notable de este versículo 9 es la abundante información que
proporciona para que podamos contrastar a esta
multitud con los 144.000 y así concluir que son dos grupos diferentes.
El grupo anterior se podía contar (144.000), pero a este grupo "nadie
podía contar". El grupo anterior estaba conformado por israelitas, pero
este grupo se compone de personas "de todas naciones, tribus y pueblos y
lenguas". La revelación intencionalmente
contrapone ambos grupos para evitar que caigamos en el error de
confundirlos.
La revelación tocante a los 144.000 centraba nuestra atención en la tierra.
Recuerden que el sellado de estos 144.000 suponía la detención o suspensión
de los juicios sobre la tierra mientras tal sellado se llevaba a cabo. En
cambio, la revelación relativa a esta multitud nos lleva nuevamente al cielo
puesto que se nos dice que esta multitud estaba delante del Trono y en la
presencia del Cordero.
Este versículo 9, más que para identificar a esta multitud, nos resulta de
gran utilidad para identificar a los 144.000.
Si los 144.000 fueran un número simbólico, entonces se tendría que haber
dicho respecto a ellos lo mismo que se dice respecto a la multitud: "la cual
nadie podía contar". Si los 144.000 fueran la iglesia y no israelitas,
entonces se tendría que haber dicho respecto a ellos lo mismo que se dice
respecto a la multitud: "de todas naciones y tribus y pueblos y lenguas".
Se nos revela que esta multitud estaba delante del Trono. Resulta
interesante notar que esta multitud no estaba delante
del Trono en las escenas del cielo que se nos describen en los capítulos 4 y
5 de Apocalipsis. Por tanto, esta multitud llega delante del trono
LUEGO de los capítulos 4 y 5. Y llega delante del
Trono por las razones que luego veremos y que están relacionadas con los
eventos de Apocalipsis 6 y 13 y Daniel 7 (la guerra del anticristo
contra los santos de la tribulación).
Según Apocalipsis 13 el anticristo llegará a tener control absoluto sobre
toda tribu, lengua y nación y según Daniel 7:21 hará guerra contra todos los
santos de la tribulación. Siendo entonces que su poderío alcanzará a toda
nación y lengua y que usará tal poderío para hacer guerra contra todos los
santos, se entiende entonces la razón por la cual esta multitud proviene de
"de todas naciones y tribus y pueblos y lenguas".
Apocalipsis 7:10 "y clamaban a gran voz, diciendo:
La salvación pertenece a nuestro Dios que está sentado en el trono, y al
Cordero".
La multitud de ropas blancas está delante del Trono y clama declarando el
gran misterio que está detrás de la salvación: la gracia.
Dice Efesios 2:8-10 "Porque por gracia sois salvos por
medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras,
para que nadie se gloríe."
Esta declaración de la multitud constituye una de las más maravillosas
verdades del Evangelio: que somos salvos no por alguna
obra nuestra sino por la todo suficiente obra redentora del Mesías Jesús.
Apocalipsis se revela en este punto nuevamente como un libro que no solo
contiene escatología sino que también revela las más
esenciales y profundas verdades del Evangelio.
Esta aclamación de la multitud se suma al cuadro de
adoración que tenemos en el cielo mientras se desencadenan los
juicios apocalípticos sobre la tierra.
Los cuatro seres vivientes no cesan de decir día y
noche: "Santo, santo, santo es el Señor Dios Todopoderoso, el que era, el
que es, y el que ha de venir." (Apo 4:8).
Los 24 ancianos claman diciendo: "Señor, digno
eres de recibir la gloria y la honra y el poder; porque tú creaste todas las
cosas, y por tu voluntad existen y fueron creadas." (Apo 4:11).
Estos mismos 24 ancianos cantan: "Digno eres de tomar el libro y de abrir
sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para
Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación; y nos has hecho para
nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra" (Apo. 5:9).
Y los millones de millones de ángeles dicen a gran
voz: "El Cordero que fue inmolado es digno de tomar el poder, las riquezas,
la sabiduría, la fortaleza, la honra, la gloria y la alabanza." (Apo 5:12)
Y a la escena de adoración se suman ahora los integrantes de esta multitud
incontable que, tal como veremos más adelante, sale de la tribulación (Apo
7:14).
El hecho de que esta multitud "salga" de la tribulación constituye uno de
los muchos argumentos para sostener que no es la iglesia. Si la multitud
fuera la iglesia, pues entonces tendríamos una iglesia fraccionada puesto
que obviamente no toda la iglesia está viva al momento de la tribulación.
Aún en la hipótesis de que la iglesia pasara por la
tribulación, sería imposible que toda la iglesia saliera de la tribulación
puesto que su mayor parte habrá preexistido a la misma.
Las "palmas" que cada uno de los integrantes de
esta multitud incontable tiene en sus manos expresan gozo. Levítico 23:40
dice "Y tomaréis el primer día ramas con fruto de árbol hermoso, ramas de
palmeras, ramas de árboles frondosos, y sauces de los arroyos, y os
regocijaréis delante de Jehová vuestro Dios por siete días." Y las
vestiduras blancas son, sin lugar a dudas, expresión de la pureza producto
de la limpieza con la sangre de Cristo (Apo 7:14).
Apocalipsis 7:11-12
“Y
todos los ángeles estaban en pie alrededor del trono, y de los ancianos y de
los cuatro seres vivientes; y se postraron delante del trono, y adoraron a
Dios diciendo: Amén. La bendición y la gloria y la sabiduría y la acción de
gracias y la honra y el poder y la fortaleza, sean a nuestro Dios por los
siglos de los siglos. Amén”.
Aunque no lo parezca,
este versículo contiene “tesoros escondidos” puesto que revela una tremenda
riqueza espiritual y un gran enseñanza. Los versículos no dejan de ser
recipientes de grandes verdades aunque simplemente sean descriptivos, como
es este caso.
La profecía indica que la multitud de los versículos 9 y 10 es acompañada
por ángeles que también están de pie delante del trono. El número de estos
ángeles es de millones de millones según habíamos visto en ocasión de
analizar Apocalipsis 5:11.
La Palabra nos revela que los ángeles no solo están para servicio y
ejecución de la voluntad de Dios, sino que también están para alabarlo tal
como surge por ejemplo de Hebreos 1:6, Salmos 103:20, 148:2, Isaías 6:3,
Apocalipsis 5:11.
Y precisamente aquí en Apo 7 los vemos en esa actividad de adoración, con la
diferencia de que aquí lo están haciendo conjuntamente con esa multitud de
salvos.
Lo que los ángeles hacen en esta escena celestial que estamos considerando
es asentir, confirmar, sumarse, a la adoración de la multitud. Noten que
primero la multitud clama en el versículo 10 diciendo “La salvación
pertenece a nuestro Dios que está sentado en el trono, y al Cordero” y a
continuación los ángeles dicen “Amén” (versículo 12). Y recién luego los
ángeles pronuncian su propia alabanza “La bendición y la gloria y la
sabiduría y la acción de gracias y la honra y el poder y la fortaleza, sean
a nuestro Dios por los siglos de los siglos”. Noten la similitud de esta
alabanza con la descrita en Apocalipsis 5:13 que proviene de “todo lo
creado”.
La presencia de estos millones de ángeles junto a esta multitud habla –entre
otras cosas- de la estrecha relación que existe entre los salvos y estos
seres celestiales.
Los ángeles cuidan de los hijos de Dios según Génesis 19:1 y 12, Salmos
34:7, Daniel 6:22, Hebreos 1:14. Particularmente presten atención a este
último versículo que refiriéndose a los ángeles dice: “¿No son todos
espíritus ministradores, enviados para servicio, a favor de los que serán
herederos de la salvación?”
Resulta imposible imaginarse por un instante a estos millones de millones de
ángeles que están para “servicio a favor de los que serán herederos de la
salvación” participar en adoración conjuntamente con esa multitud de salvos
y asentir, confirmar, respaldar esa adoración de la multitud y sumarse luego
con su propia alabanza.
“El anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los
hijos de Dios” dice Romanos 8:19 así que imaginen cómo se sentirán esos
ángeles al poder, no solamente ver esa multitud de salvos, sino también al
poder compartir la alabanza junto con ellos. En el mismo sentido, 1 Pedro
1:12 nos revela que los ángeles anhelan mirar las cosas que ahora nos son
anunciadas a nosotros.
Cuando esta profecía se cumpla y los ángeles participen junto a la multitud
en la adoración a Dios, entonces habrá casi llegado a su fin ese proceso de
aprendizaje de los ángeles del que habla 1 Corintios 4:9 cuando dice “Porque
según pienso, Dios nos ha exhibido a nosotros los apóstoles como postreros,
como sentenciados a muerte; pues hemos llegado a ser espectáculo al mundo, a
los ángeles y a los hombres”. Las luchas que aquí mantenemos contra los
“gobernadores de las tinieblas” (Efesios 6:12) nos ponen a prueba
constantemente y todo ello es observado por los ángeles, los cuales así
aprenden aún más acerca de la fidelidad a Dios y la fe.
Mientras los demonios esperan que seamos vencidos, los ángeles esperan que
nosotros salgamos vencedores, así que imagínense el gozo de estos ángeles al
ver allí delante del trono a los que vencieron durante la Tribulación.
La adoración a Dios proviene entonces no solo de los cuatro seres vivientes
(4:8), sino también de los 24 ancianos (4:10,11), así como de la multitud
(7:10) y ahora también vemos que también proviene de los millones de ángeles
(5:11, 7:12).
Y esta adoración tiene un único destinatario: Dios y el Cordero Jesucristo.
¿A quien alabas tú? ¿A ti mismo? ¿A una religión? ¿A las cosas materiales?
¿Al dinero? ¿Por qué no alabas al Señor? Es El quien es “digno de recibir la
gloria y la honra y el poder; porque Tu creaste todas las cosas; y por tu
voluntad existen y fueron creadas” (Apo. 4:11).
Apocalipsis 7:13-17 ...
“Entonces uno de los ancianos habló, diciéndome: Estos
que están vestidos de ropas blancas, ¿quiénes son y de donde han venido?
Yo le dije: Señor, tú lo sabes. Y él me dijo: Estos son los que han salido
de la gran tribulación, y han lavado sus ropas, y las han emblanquecido en
la sangre del Cordero.
Por esto están delante del trono de Dios, y le sirven día y noche en su
templo; y el que está sentado sobre el trono extenderá su tabernáculo sobre
ellos.
Ya no tendrán hambre ni sed, y el sol no caerá más sobre ellos, ni calor
alguno;
Porque el Cordero que está en medio del trono los pastoreará, y los guiará a
fuentes de aguas de vida; y Dios enjugará toda lágrima de los ojos de ellos”
El hecho de que uno de
los ancianos hable a Juan quita peso a la tesis de que los 24 ancianos son
símbolo de la iglesia. Al hablar, el anciano adquiere individualidad y
pierde así el eventual simbolismo que pudiere tener. Este tema ya lo vimos
al estudiar Apocalipsis 4:4 y 5:10, así que me remito a esos comentarios.
El anciano pregunta a Juan respecto a la identidad y procedencia de la
multitud precisamente para poner de manifiesto la ignorancia de Juan al
respecto. El anciano pregunta para hacernos ver a nosotros que Juan no sabe
quienes son los de la multitud ni de donde vienen.
Juan reconoce su ignorancia respecto la identidad y procedencia de la
multitud al no responder lo que el anciano le preguntó y decir en cambio:
“Señor, tú lo sabes”.
El hecho de que Juan no sepa quienes son ni de donde vienen tiene una
importancia crucial. Ello revela que la multitud NO es la iglesia. Si fuera
la iglesia Juan conocería a sus integrantes y sabría de donde vienen.
¿Desconocería Juan a la iglesia siendo que es miembro de la misma?
¿Desconocería Juan a la iglesia siendo que es una de las columnas
principales de la iglesia según Gálatas 2:9?
¿Desconocería Juan a la iglesia siendo que es parte de sus cimientos según
Efesios 2:20?.
Se impone un NO como respuesta.
Este argumento de que la multitud NO es la iglesia es confirmado además por
la información que el anciano le proporciona a Juan cuando éste reconoce su
ignorancia al respecto.
El anciano dice 2 cosas de vital importancia sobre esta multitud:
A) que está conformada por salvos: “han lavado sus ropas, y las han
emblanquecido en la sangre del Cordero” y
B) que han muerto durante la tribulación: “Estos son los que han salido de
la gran tribulación”.
Si la multitud se conforma con “son los que han salido de la gran
tribulación” entonces mal la podemos identificar la multitud con iglesia.
Aún en la hipótesis de que la iglesia fuera arrebatada a mitad o al final de
la tribulación, sería imposible que la iglesia saliera de la tribulación
porque la iglesia se conforma con los cristianos de todas las épocas.
Evidentemente, la expresión “son los que han salido de la gran tribulación”
nunca podría comprender a los cristianos ya muertos.
Del análisis de A y B podemos concluir que la salvación aún será posible
luego del arrebatamiento de la iglesia, durante la tribulación. Es a estos
salvos a los que se refiere Apocalipsis 20:4 cuando dice “y vi las almas de
los decapitados por causa del testimonio de Jesús y por la palabra de Dios,
los que no habían adorado a la bestia ni a su imagen, y que no recibieron la
marca en sus frentes ni en sus manos”.
Evidentemente, y como surge del pasaje, durante la tribulación la salvación
tendrá una consecuencia que ahora no tiene: la persecución y la muerte
física. Sólo seguirá siendo posible a través de la gracia y fe en Cristo (1
Juan 1:7; Efesios 1:7; Colosenses 1:20), pero se le agregará esa
consecuencia fatal producto de la persecución profetizada por Daniel 7:21 y
Apocalipsis 13:7.
Resulta interesante notar que los que integran la multitud “están delante
del trono de Dios”, mientras que los que integran la iglesia están sentados
con Cristo en Su trono: “Al que venciere, le daré que se siente conmigo en
mi trono, así como yo he vencido y me he sentado con mi Padre en su trono”
(Apo. 3:21).
La “gran tribulación” de la que saldrá la multitud en cuestión es la
profetizada por Cristo en Mateo 24:21: “porque habrá entonces gran
tribulación, cual no ha habido desde el principio del mundo hasta ahora ni
la habrá”. Noten que no es cualquier tribulación, sino que es “la” y “gran”
tribulación. Es la misma tribulación profetizada por Daniel en 12:1: “tiempo
de angustia, cual nunca fue desde que hubo gente hasta entonces”. Es el
“tiempo de Angustia para Jacob”, “aquel día” del cual se dice que “no hay
otro semejante a él” (Jeremías 30:7). Son los 7 años de tribulación a los
cuales me referí al hacer la introducción al capítulo 6 de Apocalipsis. Por
demás está decir que cualquier intento de ubicar tal tribulación en el 70 DC
por ejemplo resulta absurdo por la magnitud de las catástrofes,
persecuciones, pestes, enfermedades y muertes que han ocurrido con
posterioridad a esa fecha. Ya analicé el por qué del futuro período de
tribulación y justifiqué su duración de 7 años con textos bíblicos, por lo
que me remito a lo dicho en oportunidad de introducirlos al capítulo 6.
Los últimos versos del pasaje bajo análisis nos hablan de la completa
satisfacción de las necesidades de la multitud así como la plenitud de la
presencia de Dios que experimentarán sus miembros. Este pasaje establece una
promesa paralela a la que Isaías 49:10 prevé para el Israel restaurado del
futuro.
El año de retribuciones en el Pleito de Sion está cerca, ¿estás listo?
(Isaías 34:8)
Apocalipsis 8:1 “Cuando abrió el séptimo sello, se
hizo silencio en el cielo como por media hora.”
La apertura del sello por parte de Cristo produce un silencio temporal.
Este es un momento solemne, es la “calma que precede a la tormenta” o, mejor
dicho, “la calma que precede al encrudecimiento aún mayor de la tormenta”.
Lejos de significar un cese en la ejecución de los juicios divinos, el
silencio en cuestión es la antesala o introducción a la parte más severa de
la gran tribulación. A esta altura ya hemos podido percibir que los juicios
son progresivamente más implacables y sus consecuencias más dañinas.
Este silencio deberá causar mayor preocupación en los moradores de la tierra
de ese entonces que el terremoto que vimos al analizar Apocalipsis 6:12 por
ejemplo.
El silencio en el cielo es dramáticamente más efectivo inclusive que el
oscurecimiento del sol y el enrojecimiento de la luna. Esto porque el
silencio denota una preparación solemne ante la inminencia de un periodo aún
más severo dentro de la tribulación.
Este silencio nos debería recordar aquel pasaje de Zacarías 2:13 que dice
“Calle toda carne delante de Jehová, porque él se ha levantado de su santa
morada” y el de Habacuc 2:20 “Más Jehová está en su santo templo; calle
delante de él toda la tierra”.
Si bien estos pasajes antes citados son una especie de invitación u orden
dirigida a la tierra y el silencio que estamos considerando es en el cielo,
bien podemos igualmente relacionarlos con Apo 8:1 por cuanto la razón para
el silencio es la misma: Dios juzgando.
Hemos visto solo la punta del iceberg quedando aún por suceder eventos
mundiales de una magnitud nunca antes vista a tal punto que de ellos dijo
Cristo: "habrá entonces gran tribulación, CUAL NO HA HABIDO, DESDE EL
PRINCIPIO DEL MUNDO HASTA AHORA, NI LA HABRÁ" (Mateo 24:21) y Daniel "será
tiempo de angustia, CUAL NUNCA FUE desde que hubo gente HASTA ENTONCES"
(Daniel 12:1) y Jeremías: "Ah cuán grande es aquel día! TANTO QUE NO OTRO
HAY SEMEJANTE A EL" (Jeremías 30:7).
Apocalipsis 8:2 “Y vi a los siete ángeles que
estaban en pie delante de Dios; y se les dieron siete trompetas”.
Algunos comentaristas han dicho que este versículo está fuera de sitio.
Dicen que allí adonde está interrumpe el pasaje y que este versículo en
realidad debería estar ubicado inmediatamente antes del versículo 7, que es
donde comienzan a tocar las trompetas los 7 ángeles.
No comparto la opinión de esos comentaristas, si bien es cierto que una
ubicación posterior de este versículo, haría que la lectura tuviera más
continuidad. Y no comparto la opinión de tales comentaristas por dos
razones: (i) creo que Dios se ha preocupado no solo porque nos llegaran las
Escrituras sino que porque nos llegaran tal cual El nos las reveló y (ii) la
visión de los siete ángeles con las siete trompetas inmediatamente al
versículo 1 viene a explicar el por qué del dramatismo del silencio que
vimos. Es como si el versículo 2, tal como está, explicara la razón de tan
sublime silencio: la inminente serie de juicios que traerá el toque de las 7
trompetas.
Los ángeles en cuestión son los que “que estaban en pie delante de Dios”.
Esto habla de que tales angeles no estaban casualmente delante de Dios sino
que su lugar es la presencia de Dios; están siempre allí, no es que solo
estuvieran allí al momento de la visión. Esto muestra la jerarquía de los
ángeles a los cuales se le encomendará el toque de las letales trompetas así
como también muestra su disposición para el servicio.
Al avanzar en el estudio, veremos que cada trompeta implicará la ejecución
de un juicio diferente, mayor en rigor y severidad que el que le precede.
Algunas veces el toque de trompetas tiene en la Biblia estrecha relación con
una intervención divina sobre la tierra en los asuntos de los hombres.
Así podemos ver en Éxo. 19:16 y 19 “Y aconteció al tercer día cuando vino la
mañana, que vinieron truenos y relámpagos, y espesa nube sobre el monte, y
sonido de bocina muy fuerte (...) Y el sonido de la bocina iba esforzándose
en extremo: Moisés hablaba, y Dios le respondía”. Allí donde dice “bocina”
el original también admite la traducción de “trompeta”.
Sofonías vincula el toque de trompeta con el Día del Señor ... “Zep 1:14
Cercano está el día grande de Jehová, cercano y muy presuroso; voz amarga
del Día de Jehová; gritará allí el valiente. Zep 1:15 Día de ira aquel día,
día de angustia y de aprieto, día de alboroto y de asolamiento, día de
tiniebla y de oscuridad, día de nublado y de entenebrecimiento, Zep 1:16 Día
de trompeta y de algazara, sobre las ciudades fuertes, y sobre las altas
torres”. Y Nehemías dice Neh 4:20 “En el lugar donde oyereis la voz de la
trompeta, reuníos allí á nosotros: nuestro Dios peleará por nosotros”.
Y Jeremías nos hace notar la conexión entre trompeta y angustia ... Jer 4:19
“Mis entrañas, mis entrañas! Me duelen las telas de mi corazón: mi corazón
ruge dentro de mí; no callaré; porque voz de trompeta has oído, oh alma mía,
pregón de guerra. Jer 4:21 ¿Hasta cuándo tengo de ver bandera, tengo de oír
voz de trompeta?”
Y quizás el pasaje más apropiado para conectar la tribulación con el toque
de trompetas: Joel 2:1 “Tocad trompeta en Sión, y pregonad en mi santo
monte: tiemblen todos los moradores de la tierra; porque viene el día de
Jehová, porque está cercano.”
Este momento en el que los siete ángeles reciben las siete trompetas es tan
sublime y dramático como el silencio del que hablamos.
Apocalipsis
8:3-6 “ Otro ángel vino entonces y se paró ante el
altar, con un incensario de oro; y se le dio mucho incienso para añadirlo a
las oraciones de todos los santos sobre el altar de oro que estaba delante
del trono. El humo del incienso con las oraciones de los santos subió de la
mano del ángel a la presencia de Dios. Y el ángel tomó el incensario, lo
llenó del fuego del altar y lo arrojó a la tierra; y hubo truenos, voces,
relámpagos y un terremoto. Los siete ángeles que tenían las siete trompetas
se dispusieron a tocarlas.”
Este pasaje presenta
algunas claves que permiten confirmar que este período de la tribulación
está fuertemente marcado por un trato especial de Dios con Israel, como ya
vimos antes. Noten por favor que el pasaje menciona un altar de oro, un
incensario, incienso, trompetas.
Todos estos elementos son propios del Antiguo Testamento y están allí
mencionados precisamente para hacer notar la fuerte conexión del periodo
bajo consideración CON el pueblo de Israel. El
altar
es un elemento propio
del viejo testamento y del ritual del viejo pacto: Ex. 20:24, Ex. 29:37,
Lev. 1:15, Num. 4:11, 2 Sam.24:25, etc. Y sobre ese
altar de oro
del antiguo testamento
se ofrecía
incienso
(Ex. 30:1-10) usando para ello
un incensario (Lev. 16:12, Num 16:47). Y las
trompetas
son también un claro elemento
utilizado en el antiguo testamento, solo que relacionadas con el juicio (por
ejemplo Oseas 8:1).
Y no solamente en este pasaje encontramos elementos típicos del antiguo
testamento, sino que Apocalipsis abunda en mencionarlos a lo largo de toda
la revelación, como si la propia profecía quisiera advertirnos del estrecho
vínculo de ese período con el pueblo israelí (por ejemplo: “arca” se
menciona en Apo 11:19; “altar” en Apo 6:9, 8:3, 9:13, 14:18, “incienso” en
5:8, 8:4; las “copas”
en 15:7, 17:1, etc.).
El ángel en
cuestión añade incienso a las oraciones de los santos que ya habíamos visto
al analizar Apo 5:8 (Rev 5:8 Cuando hubo tomado el libro, los cuatro seres
vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero.
Todos tenían arpas y copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones
de los santos).
Ya hablamos del
Salmos 141:2,
pero resulta pertinente volverlo a citar para entender el significado de
estas oraciones en la Revelación. Dice el pasaje "Suba mi oración delante de
ti como el incienso, El don de mis manos como la ofrenda de la tarde."
Las oraciones de los santos subidas a Dios juegan un papel clave en la
tribulación si tenemos en cuenta que la naturaleza de esta es esencialmente
de castigo, prueba y venganza. Conviene recordar aquí lo que dice
Lucas 18:7
sobre nuestras oraciones: "¿Y
acaso Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche?
¿Se tardará en responderles?". Y no podemos dejar de citar
Mateo 5:6
cuando dice
"Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán
saciados" Mateo 5:6
Toda la tribulación, y más específicamente los juicios que veremos
concretados en los toques de trompeta, constituye también una respuesta a la
sed de justicia de los santos y a la necesaria venganza.
Isaías 34:8
confirma
plenamente que el ánimo de venganza está detrás de la tribulación cuando
dice “Porque es día de venganza de Jehová, año de retribuciones en el pleito
de Sión” Y por boca del mismo profeta dijo Dios que Cristo venía a
“proclamar (...) el día de la venganza del Dios nuestro” (Isa 61:2). Es
precisamente porque las oraciones de los santos reflejan sed de justicia que
Cristo dice al momento de hacer juicio sobre Babilonia “Rev
18:20 Alégrate
sobre ella, cielo, y vosotros santos, apóstoles y profetas, porque Dios os
ha hecho justicia en ella".
Noten que los santos
oran por la justicia y es Dios quien la hace. A veces olvidamos eso.
Tengamos presente Rom 12:19 “No os venguéis vosotros mismos, amados míos,
sino dejad lugar a la ira de Dios, porque escrito está: "Mía es la venganza,
yo pagaré, dice el Señor".
Debe notarse que el ángel llenará el incensario con fuego del altar y lo
arrojará a la tierra. Esto es terrible, no solo por la escena que uno puede
imaginar sino más que nada por lo que este hecho representa. Este hecho
determinará el inminente comienzo de una etapa aún más severa de la
tribulación, que ya se anuncia aún antes del toque de las trompetas con
truenos, voces y un terremoto.
La mayor severidad está claramente marcada por esa violencia con la cual
actúa el ángel y por el hecho de que lo que arroja es fuego. Los juicios de
los siete sellos eran precedidos por la apertura progresiva del libro, pero
estas siete trompetas que veremos son precedidas por un silencio solemne, el
encargo de la ejecución de los juicios a siete ángeles muy especiales y
encima de todo eso están precedidos por la violenta escena de este ángel.
Cuando Ezequiel describe el abandono del templo por parte de la gloria de
Jehová, menciona que los carbones encendidos de entre los querubines fueron
esparcidos sobre la ciudad:
Eze 10:2
“Habló al hombre
vestido de lino, y le dijo: "Entra en medio de las ruedas debajo de los
querubines, llena tus manos de carbones encendidos de entre los querubines y
espárcelos sobre la ciudad". Este esparcimiento de los carbones habla a las
claras de aquel juicio de Dios sobre la ciudad mientras la gloria de Dios
abandonaba el templo y podemos ver en tal hecho un antecedente de este
pasaje que esta bajo consideración.
Noten algo muy interesante. Mientras que el pasaje nos revela que
las oraciones
de los santos SUBEN
a la presencia de Dios junto
con el incienso,
el fuego DESCIENDE
sobre la tierra. ¿Son esas
oraciones las que regresan convertidas en fuego, como si el fuego fuera
respuesta a las oraciones? Quizás.
Y a continuación “Los siete ángeles que tenían las siete trompetas se
dispusieron a tocarlas.” Este momento es uno más de esos tan sublimes que
nos revela Apocalipsis. El silencio ya fue hecho, las trompetas fueron
entregadas a los ángeles, Dios ha escuchado las oraciones de sus santos y
ahora comienza un periodo en el que la tribulación que comenzó con los
sellos será aún más severa. No he encontrado mejor pasaje bíblico para
describir resumidamente este toque de trompetas que sigue que éste de
Sofonías ...
Zep 1:14 "¡Cercano
está el día grande de Jehová! ¡Cercano, muy próximo! Amargo será el clamor
del día de Jehová; hasta el valiente allí gritará.
Zep 1:15 Día de ira aquel día, día de angustia y de aprieto, día de alboroto
y de asolamiento, día de tiniebla y de oscuridad, día de nublado y de
entenebrecimiento,
Zep 1:16 día de trompeta y de alarido sobre las ciudades fortificadas y
sobre las altas torres.
Zep 1:17 Llenaré de tribulación a los hombres, y ellos andarán como ciegos,
porque pecaron contra Jehová. Su sangre será derramada como polvo y su carne
como estiércol.
Zep 1:18 "Ni su plata ni su oro podrán librarlos en el día de la ira de
Jehová, pues toda la tierra será consumida con el fuego de su celo, porque
él exterminará repentinamente a todos los habitantes de la tierra".
Apocalipsis 8:7 “El primer ángel tocó la trompeta,
y hubo granizo y fuego mezclados con sangre que fueron lanzados sobre la
tierra. Y se quemó la tercera parte de los árboles, y toda la hierba verde
fue quemada.”
La gravedad de los
efectos del primer toque de trompeta confirma lo antes dicho en cuanto a que
esta serie de juicios que comenzamos a ver son aún más severos que los
contenidos en los sellos.
Conforme los criterios de interpretación que ya he explicado, no hay razón
alguna para apartarse de la literalidad al considerar este pasaje. Esto por
cuanto no constituye ningún absurdo imaginar un incendio de esa magnitud
(por ej. en la totalidad del Amazonas, llamado “los pulmones del mundo”) y
además no hay razón para apartarse de la literalidad porque la propia
escritura registra antecedentes de juicios similares.
Dios hizo llover azufre y fuego sobre Sodoma y Gomorra en la antigüedad para
castigar su pecado de homosexualidad y fornicación según surge de
Judas 7.
Podemos ver
Gen 13:13
, que aporta más información
acerca de las causas del juicio:
“Pero los habitantes de Sodoma eran malos y cometían
horribles pecados contra Jehová”.
El juicio de Dios sobre Sodoma y Gomorra destruyó no solamente sus
habitantes sino también las propias ciudades y todas sus plantaciones (Lucas
17:29).
Así está registrado en
Gen
19:24-25 “Entonces Jehová hizo llover desde los cielos azufre y fuego sobre
Sodoma y sobre Gomorra; y destruyó las ciudades y toda aquella llanura, con
todos los habitantes de aquellas ciudades y el fruto de la tierra.”
Lot fue librado del
juicio de muerte y destrucción que cayó sobre estas ciudades en virtud de
que fue un hombre justo y de que Dios no castiga justos con injustos:
Gen
18:23-25 “Se acercó Abraham y le dijo: ¿Destruirás también al justo con el
impío? (...) Lejos de ti el hacerlo así, que hagas morir al justo con el
impío y que el justo sea tratado como el impío. ¡Nunca tal hagas! El Juez de
toda la tierra, ¿no ha de hacer lo que es justo?”
Y Dios es el mismo
ayer, hoy y siempre, por lo que, al igual que sacó físicamente a Lot de la
ciudad para que no fuera objeto del juicio, de la misma forma sacará a la
Iglesia justificada por la sangre de Cristo para que no sea objeto ni de la
prueba ni de la tribulación que implicarán esos futuros 7 años.
La Escritura registra que también Egipto recibió en el pasado un castigo
similar al que sufrirá TODA la tierra cuando se toque la primer trompeta.
Exo
9:23-25 dice: “Moisés extendió su vara hacia el cielo, y Jehová hizo tronar
y granizar; el fuego se descargó sobre la tierra, y Jehová hizo llover
granizo sobre la tierra de Egipto. Hubo, pues, granizo, y fuego mezclado con
el granizo, tan grande cual nunca hubo en toda la tierra de Egipto desde que
fue habitada. Aquel granizo hirió en toda la tierra de Egipto todo lo que
estaba en el campo, así hombres como bestias; también destrozó el granizo
toda la hierba del campo, y desgajó todos los árboles del país.”
El granizo y fuego de
esta primer trompeta caen a la tierra mezclados con sangre, algo que no
vimos en los juicios de Sodoma y Egipto. Esa sangre bien puede representar
la sangre de Cristo, la que fue despreciada por la humanidad y que ahora se
vuelve en contra de los hombres al descender en forma de castigo. Los
hombres que entren a la tribulación habrán despreciado la gracia
representada en la sangre de Cristo y ahora ésta es sobre sus cabezas.
Los hombres nada podrán hacer contra la caída de estos elementos y la
destrucción de la tercera parte de la vegetación mundial, sino resignarse a
aceptar que la tierra en la que viven es de Dios y que es El quien dispone
sobre ellos y sobre el mundo.. En
Exo 9:29
Moisés le
respondió a Faraón: “Tan pronto salga yo de la ciudad, extenderé mis manos a
Jehová; los truenos cesarán y no habrá más granizo,
para que sepas que de Jehová es la tierra”.
La destrucción producto
de este primer toque de trompeta será solo el principio de algo aún más
terrorífico. Así como en Egipto la langosta consumió lo que el granizo dejó,
así Dios enviará más juicios para consumir su ira sobre la humanidad en
rebelión.
Este granizo que caerá, sin duda es de aquel que Dios tiene reservado en sus
depósitos para ese día:
Job 38:22
-23 dice "¿Has
penetrado tú hasta los depósitos de la nieve?
¿Has visto
los depósitos del granizo, que tengo reservados para el tiempo de angustia,
para el día de la guerra y de la batalla?
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